viernes, 6 de noviembre de 2009

NUESTRA IDENTIDAD

En estos tiempos que corren de redefiniciones sociales, de desdén hacia nuestras raíces, de sentencias que ponen en solfa nuestra cultura, de pretendido pacifismo, pero donde se descubre una intencionalidad beligerante, no está mal recordar de dónde venimos y cómo se ha construido nuestro presente. Hace un tiempo me llegó este artículo que ahora os copio. Me perdonarán los autores algún recorte que hice del original.
ORACIÓN DE LOS HISPANOHABLANTES
El primer escrito en español debía pasar al devocionario de todo hispano hablante, de los cientos de millones de habitantes del mundo que hoy se expresan en la lengua que nació con palabras de servicio a Dios en la tierra y de esperanza gozosa en el Cielo. Por eso el P. Abad nos propone que oremos con ellas.
La primeras palabras escritas en español son las siguientes:
“Con la ayuda de Nuestro Dueño
Dueño Cristo, Dueño Salvador
el cual Dueño está en la gloria
y Dueño que tiene el mando

con el Padre, con el Espíritu Santo
en los siglos de los siglos.
Háganos Dios omnipotente hacer
tal servicio que delante de su faz
gozosos seamos. Amén “
Siempre ha sido sagrado el primer escrito conservado y conocido en cada uno de los idiomas.
El primer escrito en francés es del año 842 y se trata de un documento político, las capitulaciones llamadas de Estrasburgo: una alianza ofensiva y defensiva entre Carlos el Calvo y Luis el Germánico, nietos ambos de Carlomagno.
El primer escrito en italiano es del año 960 y se trata de un documento jurídico, firmado en Capua, para reivindicar unas tierras a favor del monasterio de Montecasino.
El primer escrito en español es aproximadamente del año 975, final del siglo X, y se trata de una afirmación de fe en el misterio de la Santísima Trinidad y de una oración dirigida a Dios.
Insistamos un momento en el dato, acudiendo a la socorrida comparación de los tres países, francés, italiano y español, plenamente justificados en este caso. El documento francés es político, el italiano administrativo, el español religioso.
Dámaso Alonso, en su momento Presidente de la Real Academia de la lengua, comentó así el dato: “No puede ser azar, no. O, si acaso lo es, dejadme esta emoción que me llena al pensar que las primeras palabras enhebradas en sentido, que puedo leer en mi lengua española, sean una oración temblorosa y humilde. El César bien dijo que el español era lengua para hablar con Dios. El primer vagido del español es extraordinario entre sus lenguas hermanas.
No se dirige a la tierra: con Dios habla, y no con los hombres”.
De las cuarenta y tres palabras del primer texto escrito en castellano es preciso destacar las catorce últimas.
Háganos Dios omnipotente hacer tal servicio que delante de su faz gozosos seamos. Amen”
El monje de San Millán junta la bravura española del “servicio” con la humildad cristiana de la “súplica” y con la aspiración esperanzada de la recompensa, que también es muy español y muy cristiano. Y todo en catorce palabras, en un suspiro.
¿No debíamos los de habla española aprender de memoria y repetir con frecuencia esta oración, que son a la vez las primeras palabras del idioma castellano?. También la Salve es de autor español, pero fue redactada originalmente en latín. La breve oración del anónimo monje riojano del siglo X es totalmente española y se ajusta, pensamos, como anillo al dedo, al estilo y al talante del espíritu religioso del idioma español.
http://www.arbil.org/oracio.htm

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