miércoles, 4 de noviembre de 2009

TESTIMONIO


En ocasiones la vida nos lleva por caminos insospechados, por rutas que no hemos transitados. En muchísimas ocasiones son gozosas, felices, y en ellas nos instalamos disfrutando, como el montañero que después del esfuerzo de la ascensión contempla el paisaje a sus pies y otea en el horizonte nuevos retos que superar. En ocasiones la ruta se torna demasiado dura, pesada, incluso dura, muy dura. No somos capaces de taladrar esa realidad y nos ahogamos en nuestra desdicha. Pero algunos saben poner en su mirada otro acento y transformar esa dura realidad en esperanzas cierta. Eso les pasó a estos amigos que con ilusión esperaban su segundo hijo. Pero en ocasiones ese proceso, esperanzado por la nueva vida venidera, ya viviente desde la fecundación, se trunca en dolor, angustia y desasosiego porque algo falló en su desarrollo. Los más negros nubarrones se apoderan de nuestro espíritu. ¿Quién es capaz de ver cuando las lágrimas inundan los ojos?¿qué hacer y a dónde acudir?. Dejemos que ellos nos lo cuenten. Os ofrezco este testimonio que nos habla de otra forma de mirar la vida.

Queridos amigos:
Cómo algunos ya sabréis, este lunes nuestro hijo se fue para estar con el Padre.
Ha sido un hijo bueno hasta el último momento: su corazón dejó de latir dentro de su madre a las 18 semanas, y el domingo por la noche ingresaron a Mónica, que el martes ya estaba en casa, sin pasar apenas dolores y en perfecto estado de salud.
Queremos agradeceros a todos vuestra oración durante estas semanas, un tiempo especial que el Señor nos ha regalado para poder despedirnos de nuestro pequeño.
Contaros que estamos tranquilos, con una pena suave, serena, con lágrimas por no poder haber llegado a abrazarle, pero con la certeza y la esperanza de que podremos hacerlo en la eternidad, donde nos espera y desde donde nos cuidará, especialmente a su hermana María, quien todas las noches reza al Niño Jesús y le pide por su hermanito.
Para nosotros esta circunstancia que el Señor ha permitido está siendo una gran oportunidad de conversión, que nos ha hecho sufrir como padres pero que nos ha ayudado a querernos mejor, a valorar y dar gracias hondamente por la vida de María y a entender lo que es el Sí A LA VIDA. Un Sí sin condiciones…
Gracias de verdad a todos por ayudarnos a descubrir la importancia de estar acompañados en la vida, y ver que todas las circunstancias -también las que uno desearía no vivir- pueden ser una experiencia de comunión.
Un abrazo para todos.

Unidos en Cristo y en la oración,
Fernando y Mónica

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