Recuerdo de mis años juveniles, años 74, que asistí a unas jornadas de formación en Zamora, donde tratábamos de reflexionar sobre las influencias del comunismo en la sociedad. Presidía la sala un enorme mapa de Europa, dibujado sobre papel continuo, dividida en dos por el Muro de la Vergüenza. Al lado, el rostro tierno de un cuadro de la Virgen de Fátima con el lema “mi inmaculado corazón triunfará”. Al final de la presentación de las jornadas, aquel mapa se vino abajo y solo se sostuvo el cuadro de la Virgen. Me pareció premonitorio.Cuando la noche del 9 de noviembre de 1989 me vino a la memoria aquella anécdota. Las noticias desde Berlín eran de júbilo. ¿Sería ahora el momento de la renovación de Europa? ¿Comenzaría el cristianismo a recuperar sus posiciones y a informar de nuevo las bases de la nueva Europa que comenzaba a renacer? Juan Pablo II nos hablaba de “Europa, sé tu misma… regresa a tus raíces”.
Nos las prometíamos muy felices. Hoy, después de veinte años, no
parece que aquel muro haya caído del todo. El muro de la ideología materialista renace con más fuerza, con propuestas que socavan justamente las raíces de las que nos hablaba Juan Pablo II. Una corriente de aire gélido laicista amenaza con helar las venas que alimentan la cultura básica de Europa.
En este contexto de celebración y de resurgimiento de nuevas formas totalitarias (sentencias sobre crucifijos, propuestas parlamentarias, futuras leyes de una pretendida libertad religiosa, alternativas a los sacramentos, leyes educativas sobre instrucción sexual, sobre pretendidos “valores democráticos”, etc.), la Fundación Pablo VI, en su Foro Cristianismo y Sociedad(1), presidido por Mons Fernando Sebastián, viene haciendo una serie de propuestas a la cultura actual del compromiso cristiano basado en la Doctrina Social de la Iglesia.
Al día siguiente del 20 aniversario de la caída del Muro, se celebró una conferencia en Madrid de dicho Foro. Mons. Sebastián fue entrevistado en “El Espejo de la Iglesia”, espacio radiofónico de la Cope que se emite todos los días de la semana de
Transcribo parte de aquella entrevista, alterando algo el orden de las respuestas. Puede escucharse pinchando en: ENTREVISTA MONS. FERNANDO SEBASTIÁN, corresponde a un corte del programa emitido el 10 de noviembre. O bien escuchar el programa en su integridad pinchando el reproductor de audio. Después, considere cada uno la importancia de estas palabras y las implicaciones que conllevan.
LA MISIÓN EN EUROPA
“Lo más profundo y urgente que tenemos que realizar de a cara a Europa es hacer comprensible y apetecible de nuevo el Evangelio de Jesús. A Europa, en gran parte, la hizo el Evangelio cristiano, con el fondo cultural helenístico y romano. Pero el fermento y la quilla que abrió el camino fueron la fe y la fraternidad que nacen del mensaje cristiano. Y eso lo está necesitando de nuevo el hombre europeo. Si no se lo ofrecemos nosotros ¿quién se lo va a ofrecer? De paso habrá que denunciar las injusticias y todas las demás necesidades. Pero en el fondo, la gran carencia de Europa es la fe en Dios, la confianza en Dios”.
RETOS DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN.
“El reto fundamental es que primero los cristianos nos pongamos en pie de misión, aumentando nuestro convencimiento, aumentando la autenticidad de nuestra vida y aumentando sobre todo la confianza de ofrecer a Europa y al Mundo algo importante que la gente va a acoger con alegría y convencimiento. No tenemos espíritu de misión de cara a este mundo nuestro tecnificado, secularizado y descristianizado. Hay un poco de espíritu de derrota. No tenemos moral de victoria y por eso no somos suficientemente misioneros, ni somos suficientemente convincentes.
En segundo lugar tenemos que tener cintura, olfato, sensibilidad para saber descubrir las rendijas, los aspectos positivos de la cultura actual para poder ofrecer el Evangelio, no de mal humor, no con rechazo, sino ofreciendo la verdad de una salvación. Porque la gente, aunque esté equivocada, la mayor parte de la gente, sobre todo la gente sencilla, la gente espiritualmente pobre, los pobres de Jesús, los pobres del Evangelio quieren ser felices y buenos, y están dispuestos a acoger el Evangelio de Jesús en su integridad si lo sabemos ofrecer con amor, brillo, inteligencia y fraternidad.
Por tanto, los retos serían:
Autenticidad en nosotros mismos, confianza en el Evangelio que el Señor nos ha confiado. Y saber ofrecerlo con amor e inteligencia”.
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