FELICIDADES A TODA LA COMUNIDAD.
El texto es de una gran belleza. Lean, lean... y luego juzguen y tomen nota.
La CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA está llevando a cabo una campaña en defensa de la vida, en defensa del ser humano desde el instante de su concepción.
Defender “el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la vida” debe ser algo más que una obligación para todos nosotros, no sólo por nuestra condición de cristianos, sino por el simple hecho de ser personas.
Podemos levantarnos cada mañana, lavarnos, desayunar, venir al colegio, volver a casa, realizar nuestras actividades cotidianas y concluir la jornada creyendo que el resto del mundo está bien porque nosotros estamos bien.
Podemos levantarnos cada día y vivir con los ojos cerrados.
Podemos no escuchar, no ver, no entender, no creer, no luchar.
Pero, entonces, estaremos desperdiciando lo más grande que hay en un ser humano: su talento y su capacidad de amar.
Por el contrario, podemos abrir los ojos y tomar conciencia de que LA VIDA ES UN REGALO, UN MILAGRO.
Cada una de nuestras pequeñas y maravillosas vidas no son más que la consecuencia de un milagro que pudo realizarse el día que nuestras madres nos concibieron, un milagro que fue creciendo a lo largo de 9 meses, mientras esas mujeres nos cobijaban en su vientre y nos alimentaban con su sangre y su ilusión.
Estamos aquí porque unas mujeres extraordinarias apostaron por la vida, por el amor y la generosidad.
Pero no podemos ignorar que hay mujeres que ante un acontecimiento tan importante como la maternidad, se sienten solas, incapaces, sin fuerzas, sin amor y sin medios para afrontar tal situación.
Hay quien pretende convencernos de que el ABORTO es una opción, una solución al problema de ser madre en tales circunstancias.
No estamos de acuerdo. Nosotros, como colegio, como comunidad cristiana, queremos salvar al ser humano, al hombre o mujer que todo embrión podrá ser algún día. Por eso rezamos hoy por la vida, y rezamos también con la plena convicción de que las palabras no son suficientes.
Creemos que “es un deber de estricta justicia prestar a la mujer que espera un hijo no sólo palabras de ánimo sino el apoyo personal, económico y social que merece la maternidad como valiosísima aportación al bien común”.
Tenemos un gran reto por delante.
La vida merece ser vivida
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