viernes, 27 de marzo de 2009

Niños en el vientre y Protección a la Infancia.

Con enorme satisfacción, me llegan para publicar estas dos colaboraciones que enriquecen, y de qué manera, esta publicación. ¿Por qué no se anima alguien más?

Cuando se habla en los sistemas de Protección a la Infancia, de la defensa del menor, no se incluye jamás al niño en las entrañas de su madre, y esto es así porque en toda la legislación internacional, base de las nacionales, y, en nuestro caso, de las normas autonómicas, no se hace mención del niño no nacido como sujeto de derechos inalienables susceptible de protección.

Más en concreto, en la elaboración de la Ley Autonómica de Protección a la Infancia de Castilla y León, se pidió colaboración en el articulado de los borradores a técnicos que trabajamos en el área desde hace años; propuse entonces la inclusión del embarazo como lugar de especial protección o especial riesgo según los casos, para incluir el trato perinatal como factor de protección o riesgo y por tanto, de supervisión por las entidades competentes en materia de protección.

Entonces se contestó por los especialistas letrados que el niño no es sujeto del amparo del derecho hasta su reconocimiento jurídico como nacido vivo tras un día después del parto, en los registros civiles.

Propuse también un estatuto específico para los mayores de dieciséis años, con el fin de responsabilizarles más en su propio itinerario vital, tanto en los acogimientos residenciales como familiares, sin éxito.

Es paradójico que, por un lado no queramos establecer un estatuto específico a los mayores de edad escolar a pesar de concederles la posibilidad de irse incorporando al mundo laboral, y concederles todo derecho en materia de relación sexual, independientemente de su madurez personal, incluyendo en ello la capacidad para decidir sobre la vida de terceros, sin contar con la opinión de sus padres – propuesta gubernamental en la reforma de la ley despenalizadora del aborto en liza en el momento actual en España-

Volviendo a la Protección del no nacido. ¿Hay algo más preventivo que procurar con todas las fuerzas del alma que un ser concebido, independientemente del deseo de sus padres, llegue a conocer la luz de este mundo?

¿Por qué, me pregunto, si la prevención consiste en “eliminar al que estorba”, las madres que han abortado una primera vez, sobre todo en el caso de adolescentes, repiten con un segundo o tercer embarazo?

¿No será que toda muerte pide un duelo, y toda vida eliminada llama a otra nueva vida que desagravie?

Hoy, en el ambiente social imperante, la responsabilidad personal del joven se mide no tanto por las relaciones maduras que es capaz de establecer –se da por hecho, en determinados ambientes, la imposibilidad de los jóvenes para regular sus impulsos sexuales- cuanto por la capacidad de acceso a métodos anticonceptivos, sean estos barrera, químicos, o incluso, abortivos.

Lo “gordo” no es que la gente de la calle piense de esta manera, porque los medios de comunicación ejercen su dominio sobre la opinión pública, lo “gordo”, repito es que sesudos especialistas en protección promulguen los parabienes de una sexualidad en la que se incluye como un acto responsable el derecho a la anticoncepción, y cuando falla, el de la eliminación del no nacido, silenciándose por otra parte, el desastre de las campañas en las que se ha procurado la irresponsabilidad del joven al no enfrentarle con lo que suponen las consecuencias de sus actos.

La paternidad adolescente es una paternidad de riesgo, no lo dudamos, pero la eliminación de un ser humano, aún lo dudamos menos, es el culmen de la desprotección del ser más vulnerable, y, por tanto, es el inicio de la escalada hacia otros niveles de maltrato que siempre lo serán en un grado inferior respecto de aquel.

Propongo que se estudie en serio la realidad de las madres y padres adolescentes que, a pesar de su juventud, tratan de sacar adelante a sus hijos. Es verdad, que alguno de estos no podrá, y el sistema de protección se verá obligado a actuar, pero acaso ¿no actúa el sistema de Protección sobre padres añosos?

Las sociedades primitivas no conocen los métodos profilácticos de supresión de un ser humano, y toman plantas abortivas, o permiten el infanticidio como ocurre aún en lugares concretos de India o China.

Nosotros, sabemos desde hace siglos que lo que se oculta tras el vientre materno es lo que seremos, por eso es indispensable que los sistemas de protección a la Infancia, incluyan al no nacido.

No podemos dejar sólo en manos de los Sistemas públicos o privados de salud, las atenciones al no nacido, porque la experiencia nos dice, de forma cada vez más evidente, que no se ocupan más que de proteger aquello que entienden como “calidad de vida de la embarazada” y en este concepto, para desgracia de todos, no se incluye tantas veces al fruto de su vientre, al menos en el último año, en más de cien mil ocasiones.


Miguel Argüello.Educador y Técnico de Atención al menor.


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